Compartimos el discurso que el Productor musical, Juan Esteban Gonzalez, egresado en 2013, pronunció durante la Ceremonia de Graduación de la Décimo Tercera Promoción Bachilleres Internacionales.
Profesores, directivos, padres, pero sobre todo estudiantes, compañeras y compañeros
egresados:
Para los que no me conocen, mi nombre es Juan Esteban, aunque hoy en día la mayoría de personas me conocen como JEG. Me gradué del CIEDI en la promoción 2013, no hagan muchas cuentas.
Hoy me encuentro con ustedes porque me pidieron, abro comillas, “pueda contarles cómo la formación internacional que CIEDI, a través del IB, me aportó para ser quien soy hoy en día.” Intentaré incluir algo de eso en mis palabras, pero bien saben los profesores y directivos que me vieron crecer en este colegio, que les diré un par de cosas más allá de esto que me solicitaron. Algo me dice que por eso me pidieron que hablara hoy.
Quiero empezar por contarles un poco acerca del camino que he recorrido desde que salí del colegio. Desde niño soñé y tuve muy claro que quería estudiar música. Como seguro algunos sabrán o recordarán estuve en el conservatorio de la Universidad de los Andes casi toda mi vida académica. Tras graduarme, me becaron en el “USFQ College of Music” del “Berklee International Network” para la carrera de música contemporánea que estudié en Quito, Ecuador.
El proceso que viví con el IB me sirvió para entrar a esa universidad y para homologar varias materias. Incluso, debo confesar que inscribí Cálculo I y II como electivas libres durante mi carrera. Me gradué con un triple énfasis en Producción Musical, Orquestación Contemporánea y Canto Jazz, y añadí otros cartones más al closet de logros académicos.
En la universidad conocí a mi socio, se llama Óscar. Después de ser muy inquietos e inventarnos ocho mil proyectos, decidimos fundar, recién graduados, la que hoy en día es mi empresa: RT60 Artist. Hemos trabajado muy duro por varios años, y hoy en día puedo decir, con orgullo, que somos uno de los sellos más relevantes de la industria independiente Colombiana. Tuve el honor de componer y producir el nuevo himno del CIEDI, he compuesto canciones para Cabas, Sebastián Yepes, Mojito Light, Salomé Camargo, La Gaita, y muchos más.
Los proyectos a los que le apostamos de ceros hace 4 años con el sello, empiezan a tener reconocimiento nacional e internacional por lo que hemos viajado a, al menos 14 ciudades distintas este año, haciendo música en escenarios de hasta 10,000 personas. Soy el director musical de Laura Pérez, Sebastián Silva, Mila Posada, Don Fulano, Marcelo Cezán, la Banda Cabaret, y he trabajado con artistas como Juliana Velasquez, Maía, Ventino y más. Este mes se publica la producción número 100 a mi cargo, de decenas de artistas diferentes, tengo al menos 20 producciones abiertas en este preciso instante y mi agenda de producción está llena hasta inicios del 2023.
Soñé toda mi vida con la vida que tengo ahora, y por supuesto que estoy orgulloso de todos esos
logros. Podría decirles que todas las cosas maravillosas que les he dicho me hacen una persona exitosa y feliz. Podría decirles que son gracias al IB, o gracias al colegio, y ¡por supuesto! que en cierta medida, eso es verdad. Pero hoy, que me han dado la libertad de hacerlo, escojo hablarles de tres cosas que me habría gustado escuchar y entender hace mucho, sobre lo nocivo, aunque sea bien intencionado, de buscar ser los mejores por encima de ser felices.
La primera tiene que ver con la cultura de los resultados en sí. Desde niño me enseñaron y repitieron en mi casa y en las aulas, una frase que seguro muchos han escuchado: “has lo que quieras, pero sé el mejor”, yo me la tomé muy a pecho.
En mi universidad, entramos a la carrera de música contemporánea casi 200 estudiantes y nos graduamos 12. La rigurosidad y disciplina que me llevé del CIEDI y del IB, me dieron las herramientas para sentarme 5, 8, hasta 10 horas diarias a estudiar individualmente mi instrumento, a escuchar y analizar música, a leer de armonía y orquestación, a entender nuevos instrumentos digitales y sintetizadores fuera del currículo de la universidad.
Cada vez que me equivocaba en un escenario o que tenía un mal día en el estudio no podía dejar de pensar en mi error por varios días. Me encerraba a estudiar aún más sobre lo que sea que lo hubiera causado. Hace menos de un año entendí, que esa cultura de resultados me ha convertido en un gran estudiante, músico, “songwriter” y productor, pero que por más que me esfuerce, siempre habrá alguien mejor que yo, y siempre podré ser mejor en lo que hago. Así que, si mi única meta en la vida es ser el mejor, nunca voy a estar satisfecho ni voy a ser feliz.
No estoy diciendo que dejen de estudiar, o que no se preocupen por hacer muy bien lo que sea que decidan hacer; estoy recordándoles que antes que Ingenieros, Abogados, Médicos, Artistas, o Bachilleres IB, son personas que necesitan descansar, reír, tener amigos, conocer personas nuevas, tener conversaciones importantes y algunas absolutamente irrelevantes también.
Disfruten el proceso de convertirse en los futuros líderes de sus áreas, disfruten del conocimiento y amor de los maestros maravillosos que han tenido y tendrán, disfruten de cada segundo de esta graduación, que celebra su esfuerzo. Miren alrededor y disfruten a sus compañeros, padres y maestros. No lleguen en unos años a sus metas y objetivos, para darse cuenta de lo que muchos poetas, filósofos, literatos y artistas nos han repetido, sin que les creamos. Les prometo que, los resultados por sí mismos no los van a hacer felices.
La segunda tiene que ver con la salud mental. Hace poco entendí que esa exigencia, disciplina, y esa sed de resultados que me ha dado tantas herramientas maravillosas, tiene también un costo altísimo. Les voy a contar algo que, como dicen por ahí, parece chiste pero es anécdota. Pasé casi 23 años de mi vida pensando que tenía un problema respiratorio extraño, que ningún médico podía identificar. Me hicieron todos los exámenes de los pulmones y el corazón, que se imaginen, y todo salía perfectamente bien. Nunca supimos por qué me ahogaba de esa manera, y hasta me dijeron que me lo estaba inventando para no ir al colegio. Pero muchos años después, les prometo en toda honestidad, que no me estaba inventando nada.
Hoy en día sé, que esos episodios de ahogo repentino, en que sentía que me iba a morir, eran ataques de pánico o de ansiedad. Porque, si bien todos los que estamos en este espacio crecimos en una burbuja de privilegios, la búsqueda de ser el mejor implica inevitablemente cuestionarse a diario si soy suficiente. Compararme con el éxito de mis amigos, conocidos e incluso todos los desconocidos que veo a diario en los medios y las redes sociales. Claro que cada uno de esos logros de los que les he hablado me han hecho sentir orgulloso, me han llenado el pecho y me han permitido vivir de lo que amo hacer, pero la paz que me trae haber aprendido a celebrar lo que soy en este preciso instante, como músico, como hermano, como hijo, como amigo y como persona no tiene precio.
Entonces sí, trabajen duro por sus sueños, pero no se olviden de darse un abrazo a ustedes mismos de vez en cuando, de mirarse al espejo y recordarse que son suficientes tal cual son. Si se les olvida, recuérdense que la vida no es una carrera ni una competencia. Recuerden que la felicidad, no es un destino al que se llega cuando grandes, sino que está escondida entre todas las cosas que vemos desde que abrimos los ojos en la mañana y hasta que los cerramos de nuevo en la noche, solo hay que poner atención.
La tercera, y última, tiene que ver con el propósito. La industria musical, como la mayoría, está repleta de la cultura del más vivo, que tanto daño le ha hecho a nuestro país. Está llena de corrupción, machismo, racismo, clasismo, de mentiras y de personas a las que poco o nada les importa qué pase con el otro, siempre y cuando ellos obtengan lo que quieren.
Y ¿saben qué? Más allá de trabajar duro para ofrecer buenas ideas musicales, buenas canciones y producciones, sin querer nuestra propuesta de valor se convirtió en simplemente hacer las cosas bien. En ser honestos, transparentes y considerados, en ser cada vez más humildes. En acompañar a los artistas que no saben mucho de la industria y aconsejarlos con la verdad, en vez de aprovecharnos de su desconocimiento, así eso nos significara menos dinero en el corto plazo. En decirle no, a las decenas de propuestas y ecosistemas corruptos que han intentado hacernos parte de su red.
Sin darme cuenta, mi propósito en la vida ya no era ser el mejor, ni tener mucho dinero, ni ganarme un Grammy, sino despertarme todos los días a cumplirle los sueños a otros. Las demás cosas han ido y seguirán llegando por inercia. Cada uno sabrá cómo aplica esto a lo que quiere hacer con su vida, o al día a día de su vida en sí. Pero, si me preguntan cuál, creo que el factor más importante de nuestro éxito, como sello, les repetiría, que es simplemente hacer las cosas bien.
Sin duda alguna, van a encontrar a su alrededor cientos de personas malintencionadas, egoístas y deshonestas. Entre mejor les vaya en sus trabajos más se van a encontrar con oportunidades, cada vez más tentadoras, que los pueden llevar a renunciar a sus principios y valores. No lo hagan, la vida se los va a retribuir tarde o temprano, se los prometo. No hay nada más valioso y satisfactorio que llegar lejos, sin traicionar a su niño interior, a ese niño inocente, honesto y puro. Que esa niña y niño que fueron, sienta mucho orgullo del adulto en que se están convirtiendo.
Entonces, celebren con ustedes mismos, este último logro de su etapa escolar que culmina hoy. Celebren con sus familias, con sus amigos. Saboreen la satisfacción de haberlo conseguido, por lo que eso significa para ustedes mismos, por las herramientas que les dio para la vida, pero sobre todo por los valores que han construido en el proceso.
Feliciten con honestidad y alegría a sus compañeros, agradezcan, desde el fondo de su corazón, a sus padres y maestros. Salgan motivadas y motivados a construir sus vidas profesionales, sus familias, sus proyectos, sus empresas. Si definitivamente eso es lo que quieren, sean las y los mejores en lo que hacen y obtengan resultados increíbles, pero sobre todo lo anterior: preocúpense por ser personas, y deténganse a ser felices.
Muchas gracias por su atención, y felicitaciones.