Los adultos transitamos por etapas y desafíos junto con los niños, niñas y jóvenes a lo largo de su crecimiento. Si bien hemos entendido la importancia de reconocer, aceptar y vivir con la amplia gama de emociones y sentimientos, de este proceso dependerá que nuestros hijos(as) logren establecer objetivos positivos, sientan y muestren empatía por los demás, sostengan relaciones positivas, y tomen decisiones asertivas que las puedan asumir con responsabilidad; de hecho, con frecuencia, en la infancia se instauran patrones de respuesta emocional en gran medida como réplica a reacciones y comportamientos del adulto.
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Hace un tiempo en un Encuentro de Padres CIEDI de preescolar, varios padres compartían su latente inquietud: “hacemos todo lo que la teoría nos enseña, pero a veces los desencadenantes son más fuertes, y pareciera que detenerse a tiempo antes de sumergirnos en este ciclo no es tan fácil, ¿qué podemos hacer?”.
Adquirir habilidades implica desarrollar nuevas conductas, por lo cual, quiero compartirles algunas prácticas poco convencionales que he aprendido de la Dra. Bethany Cook, psicóloga clínica estadounidense y profesora universitaria, que me han apoyado a hacer pausas/interrupciones consientes que ayudan a rompen con el ciclo de la reactivad.
Tres pausas consientes para gestionar las emociones con tu hijo y/o hija:
- Acordar y hacer uso de una palabra clave de aviso, alerta, o recordatorio:
- Inventa junto con el niño o niña la palabra clave; el impacto será aún más significativo si es una palabra graciosa y disparatada (ej. «¡banana!»).
- Cuando te enfades e identifiques que esa emoción rápidamente puede escalar, concéntrate en una sola cosa: debes decir la palabra clave en voz alta, quizás hasta repetirla varias veces.
- Sé que inicialmente acabarás gritando la palabra clave, algo así como («¡grrr! ¡BANANA!»), pero recuerda que puede ayudar a enfriar la situación.
- También puedes darle una pista al niño o niña de: «es hora de buscar la calma»; es importante que entienda que este aviso va para ti también.
2. Usar ayudas tangibles para sacudirse:
- Esta idea proviene de la TDC (Terapia Dialéctica Conductual), que propone que tengas a la mano un dulce ácido o mantengas en tu muñeca un lazo para el cabello. Cuando empieces a sentirte provocado, come el dulce o rompe el lazo. Esto es un estímulo físico que te permite parar o desacelerar tu emoción, es decir, puedes pensar: ¿es hora de enfriar o reiniciar? ¿Vale la pena esta discusión?
3. Probar alguna técnica para recuperar la calma como la respiración profunda, mantras, visualizaciones: Recuerda que el lenguaje que utilizamos sobre nosotros mismos y los niños y niñas, aunque no lo digamos en voz alta, es importante, dado que matiza nuestras interacciones y respuestas.
- Así que dite a ti mismo, cuántas veces sea necesario, en ese momento: “No es personal”, “la calma es contagiosa”, “guiando y formando con amor”, “sólo puedo controlarme a mí mismo” “solo respira”.
A medida que vayas practicando estas pausas conscientes para cortar con el ciclo reactivo, verás que tu mente y cuerpo lo harán, cada vez más, de manera natural.
Al final, como lo expresó Dr. Jill Bolte Taylor, científica de Harvard, cuando tenemos reacciones emocionales a estímulos del entorno, hay un proceso químico cerebral de tan solo 90 segundos; después de este tiempo, cualquier respuesta emocional restante es sólo la persona eligiendo permanecer en ese estado emocional.
Author: Autor: BIPRODEHU– Programa de Bienestar, Promoción y Desarrollo Humano del CIEDI.
En el colegio CIEDI, trabajamos constantemente con todos los miembros de la comunidad escolar para crear un ambiente de aprendizaje integral, dentro y fuera del aula, entendiendo el impacto de cultivar relaciones sanas y conscientes con nuestras propias emociones y con los demás.